13 marzo 2009

El Lobo no pudo gritar campeón

LIGA DE COMODORO RIVADAVIA
Jorge Newbery y Huracán empataron en un gol, en un partido que completó la temporada 2008 de la Primera División "A". El resultado impidió que el Lobo se consagre campeón. Abrió la cuenta Esteban Angellini de penal y luego empató Oscar Colman con un cabezazo.
Diario Crónica


A tres minutos del final, el cabezazo de Esteban Angellini podría haber cambiado la historia y el humor de Jorge Newbery. Un desborde por la derecha de Jorge Aynol, derivó en un centro que encontró a Angellini sin marcas, pero el frentazo del delantero salió justo a la posición de Matías Cano, quien se quedó con la pelota del partido.
Ese frentazo podría haberse constituido en la llave del festejo "aeronauta", era la gran posibilidad de quedarse con el título de campeón, aunque las razones también podrían encontrarse un poco más atrás, cuando Newbery ya ganaba 1-0.
Fue en ese lapso que el Lobo no supo definir un partido que estaba acomodado para sus pretensiones. Porque apenas iniciado el partido, un penal que Damián Gutiérrez le cometió a Jorge Aynol, Angellini lo transformó en el 1-0 y las piezas se empezaban a ubicar como era el ferviente deseo de Newbery.
Pero ese comienzo efectivo no se prolongó luego, cuando era necesario ratificar la diferencia. Entonces, sin gozar de muchas chances de gol, Newbery elegía mal el último paso, el decisivo que podía dar una nueva alegría.
Y del otro lado, la estantería se zarandeó un poco más hasta que cada uno encontró su lugar, principalmente a partir del cambio de posición de los carrileros. Así, Huracán fue proponiendo un juego más cerca de los dominios de Rodrigo Moyano, casi siempre a través de alguna jugada con balón detenido.

Ese fue el conducto que conectó a Huracán con el empate. A diez minutos del final, Federico Folmer gana un tiro de esquina sobre la izquierda, lo ejecuta Damián Gutiérrez, quien ubica la pelota en el segundo vértice del área chica. Allí se eleva Oscar Colman para meter un frentazo no muy fuerte, pero lo suficientemente bien ubicado para que baje en el segundo palo, detrás del cuerpo de Moyano.
El resultado se acomodó un poco mejor al desarrollo porque Huracán se propuso ir al frente cuando estaba en desventaja y aunque se expuso a la contra, tuvo a su favor las imprecisiones de Newbery para aprovechar esos espacios.
El complemento invirtió los roles. Si en gran parte del primero fue Huracán el que tomó la iniciativa, en la segunda mitad, le tocó al Lobo asumir el compromiso de ganar el partido que le daba el título.
En todo el complemento, Newbery tuvo dos bien claras. Ese cabezazo final de Angellini y otro frentazo de Jorge Aynol que se fue apenas sobre un palo. Muy poco para el que necesitaba imperiosamente los tres puntos.
Sucedió que Huracán retrocedió bastante, se agrupó en orden y defendió muy bien el empate. Hasta tuvo tres posibilidades claras como para adelantarse 2-1. La más clara fue una combinación entre Pablo Romano, Diego Rubilar y Federico Folmer, pero Rodrigo Moyano se encargó de ganarle el mano a mano al propio Folmer.
Cometiendo el mismo pecado que Newbery, Huracán "perdonó" en algunos contragolpes. Se hubiera lamentado si el cabezazo final de Angellini terminaba en la red.
Fue empate, pero en el colectivo imaginario, el ganador terminó siendo Huracán. Y si no, que lo diga la sonrisa irónica que se le dibujó en el rostro al evitar que el clásico rival le dé la vuelta olímpica en su propia cara.
Igual, quedó claro que de acuerdo a la ausencia de disturbios de magnitud, el gran ganador fue el futbol mismo.