13 septiembre 2006

Un luchador como pocos


RAMÓN ANTONIO ZURITA: “Mi única política es trabajar con los chicos”.
Es el “profe” de la Escuela de Fútbol Infantil del barrio 2 de Abril. Nació en Villa del Alto (Catamarca) un 1 de enero de 1953 y llegó a Caleta Olivia cuando tenía 21 años desde Buenos Aires, viaje que le demandó dieciséis días y tras pasar varias odiseas. “Me gusta enseñarle a los chicos, porque de esa manera crecen sanamente”, dijo y confesó que a los seis meses perdió a su madre y en 1977 a su padre. “La vida me dio posibilidades a pesar que anduve siempre solo”, sentencia emocionado.

LPSC: ¿Cuándo llegó a Caleta Olivia?
RZ: Llegué a fines de 1973 y en pleno invierno. Me enteré que tenía un hermano en Caleta y me vine. Somos 14 hermanos y el único que estaba en el sur era el mayor. Por intermedio de cartas y teléfono me puse en contacto con él y me vine. A los 8 años empecé a trabajar y a buscarme la vida solo. Fui ganando confianza y aprendiendo. Estuve en Buenos Aires, Tucumán, Salta, Santiago del Estero y Jujuy. Mi padre trabajaba en Vialidad provincial y con 8 años ya estaba arriba de un burro para tirar leñas y otro tipo de cosas. Cuando decido venirme a Caleta tardo 16 días para llegar.
LPSC: ¿Qué fue lo que pasó?
RZ: Tomé el tren de Tucumán a Buenos Aires y de Constitución hasta San Antonio Oeste. Ese era el trayecto, pero pasando Azul tuve frío y fui a buscar las valijas y me doy cuenta que me robaron todo. Quedé sin nada. Hablando con el guarda del tren me dijo que me quede en Olavarría y vuelva a Buenos Aires. Fue el error más grande que cometí. Estaba sin nada.
LPSC: ¿Qué fue lo que hizo luego?
RZ: Hice dedo y me alzó un camionero, pero en Río Colorado la policía no me deja pasar. Me vuelven nuevamente a Olavarría y me mandan a una escuela de Agricultura. Estuve dos o tres días, sin comunicarme con nadie. Una tarde un muchacho se comunica con mi hermano y le avisan a mi hermano. Pero otra tarde en la Terminal de transportes la policía también me identifica. Les dije la verdad y entendieron. Allí me pidieron el número de teléfono de mi hermano, pero mientras tanto consiguieron alojarme en un hotel. Lavaba platos y vasos. Cuando me comuniqué con mi hermano, no estaba en una buena situación, así que tuve que volver a esperar a que me gire. Cuando pude lograr tener pasaje, viajé a Comodoro Rivadavia, pero en el camino conozco a una chica y me quedo en Trelew.
LPSC: ¿Cuántos días estuvo allí?
RZ: Tres días más, pero había perdido el pasaje y también estaba sin plata. Una noche fui a la Terminal y me encontré con un hombre. Hablamos, me dijo que era de Caleta, me preguntó si viajaba y me invitó a la confitería. Como no tenía plata, me levanté antes de la mesa y me fui. Cuando él subió al colectivo y me vio abajo que no viajaba me dijo, vos me estás tomando el pelo. Qué te pensás?. Le expliqué que no tenía plata y me preguntó el apellido. Zurita le digo. No serás hermano de Víctor, el enemigo más grande que tengo en Caleta, dijo. Pero no le importó e igual me pagó el pasaje y en el viaje en la primera parada me compró comida. Era el finado Mario González. Me dijo que con el primer sueldo íbamos a comer juntos un asado. Así fue. Me costó tanto llegar, pero valió la pena.
LPSC: ¿Desde que llegó trabaja en la municipalidad?
RZ: Desde ese año y en el 77 dejé un tiempo. Mi suegro me dijo que había un amigo que era evangelista y que trabaje con él. Allí estuve dos años, pero después reingreso a la municipalidad. Hoy tengo 29 años como empleado del municipio.
LPSC: ¿Cómo surge la idea de crear una escuela de Fútbol Infantil?
RZ: Siempre fui futbolero. De chico viajaba siete kilómetros a lomo de burro para jugar. En Caleta jugué directamente con los veteranos hasta que me entregan el departamento en el barrio 2 de Abril. Un día con mi finada mujer, estábamos en la ventana tomando mate y veía a los chicos jugar. Tengo ganas de armar un equipo y trabajar con ellos, le dije. Quiero enseñarles lo que aprendí. Así empecé, en el 81 comencé con la escuela.
LPSC: ¿Nunca pensó en dejar de enseñar?
RZ: No, nunca. Siempre estoy con ellos y ahora tengo la ayuda de uno de mis hijos. Además en su momento Rubén Contreras, José Manuel Córdoba y Wilson Parada me ayudaron mucho para empezar. Contreras fue quien me dio camisetas, me dio la posibilidad de viajar. Nunca cobré un viático, porque lo que hago lo hago ad honorem. Hoy también me ayuda, pero trato de no mezclar la política, porque mi única política es trabajar por y para los chicos. No voy por la competencia, sino que quiero que sean chicos sanos y buenos.

La Prensa de Santa Cruz - Caleta Olivia.

No hay comentarios.: